28 setiembre, 2005

EL PÁJARO MORIBUNDO


Desde el momento en que abandonó el nido, buscó lo que siempre le habían negado: un árbol espinoso. No descansó hasta encontrarlo. Entonces cantando entre las crueles ramas se clavó el mismo en la espina más larga y afilada.

Y al morir envolvió su agonía en un canto más bello que el de la alondra y el del ruiseñor. Un canto sublime al precio de la existencia. Todo el mundo enmudeció para escuchar mientras Dios esbozaba una sonrisa en el cielo, pues lo mejor solo se compra con grandes dolores….